DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

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Pbro. Gabriel Jaime Gómez

«No desprecian a un profeta más que en su tierra».

COMENTARIO AL EVANGELIO  (Marcos 6,1-6)

1 Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? 3 ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y Joset y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. 4 Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». 5 No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. 6 Y se admiraba de su falta de fe.

Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

El Evangelio de Marcos presenta este episodio en el período de estancia en Galilea, que caracteriza los capítulos iniciales de la obra, y por eso el pasaje de 6,1-6 debe leerse en el contexto de cuanto precede puesto que sigue recorriendo una línea muy fina que esta caracterizada por la falta de fe (v.6) que se había anunciado con fuerza ya en la denuncia de un grupo de discípulos que se desesperan ante el fuerte oleaje del mar de Galilea y que contrasta con la fe de Jairo y de la mujer hemorroisa.

A simple vista, el relato se compone de dos momentos particulares: el primero destinado a la mención de los paisanos de Jesús (v.1-3) y la reacción de Jesús (v.4-6). Pero esta división tiene que tener presente el contexto amplio que se ha visto presentando hasta el momento: Seguimos ubicados en la sección del Evangelio de Marcos que nos reporta los signos del Reino de Dios (4,35-6,56): la tempestad calmada (4,35-41), el endemoniado de Gerasa (5,1-20), la hija de Jairo y la hemorroísa (5,21-43), multiplicación de los panes (6,30-52) y curaciones masivas (6,53-56).

Si el contexto fuerte está en torno a los signos del reino, es claro que el lector debe estar muy atento al contrate entre “ningún milagro” (οὐδεμίαν δύναμιν) y la falta de fe (ἀπιστίαν), dejando claro que hay dos actuaciones que resaltan en Jesús: la curación de enfermos y la enseñanza.

Si pudiéramos vincular un contexto “litúrgico”, tendríamos que mencionar el sábado y la sinagoga, como tiempo y espacio salvífico, que actualizaban el don de la libertad que Dios concede a su pueblo, pero en este contexto aparece también la mención del profeta como imagen prototípica del rechazo de los suyos.  No es extraño que, para Marcos, incluso el contexto del camino discipular (8,27-10,52) presente a Moisés y a Elías como figuras del profetismo perseguido en el contexto de la Transfiguración (Mc 9,2-13).

Cuando el relato empieza a mencionar los miembros de la familia de Jesús, menciona a José con la profesión de hombre que trabaja con sus manos (artesano), pero sin decir su nombre, quizás porque al momento ya había muerto.

Los hermanos de Jesús que parecen el texto son personas del grupo de sus seguidores cercanos y allí sobresale Santiago, que tendrá responsabilidad sobre la comunidad cristiana de Jerusalén.

En este domingo la liturgia contrasta la grandeza en medio del rechazo: el profeta Ezequiel debe desempeñar su misión en medio de la rebeldía de Israel (Primera lectura), saciado de desprecios de los orgullosos (salmo responsorial) y por ello contrasta san Pablo al presentar la debilidad como motivo de orgullo (Segunda lectura).

A nivel discipular saltan a la vista muchas conclusiones que deben guiar a la comunidad cristiana de hoy y de manera particular a quien se quiere configurar en un seguimiento más cercano del Señor, ya que como Jesús todos tenemos una historia, una familia y un entorno que no hemos elegido y que nos acompañará siempre, incluso nos identificará delante de muchos, pero no puede condicionarnos nuestro entorno ni nuestro pasado al punto de volverse escándalo (como tropiezo o estorbo).  Mi historia es una posibilidad y una gran oportunidad para ser discípulo y jamás puedo olvidarse de dónde se viene, eso si, teniendo claro el horizonte que guía el discipulado y sabiendo dónde poner la seguridad y la fuerza, que en Marcos es claro que es Jesús, el Mesías crucificado.

En segundo lugar, por más rechazos y obstáculos que se presenten en el camino, debe perseverarse de una manera clara en dos cosas fundamentales de la misión: debemos guiar y debemos ayudar a sanar.  Maestros y acompañantes de una realidad actual y de un sueño de renovación en medio de una patria atormentada por la desigualdad y la desconfianza, tocada por una pandemia que nos roba las ilusiones y nos frena la esperanza.

Hoy más que nunca tenemos que seguir recorriendo los caminos, callejeando la fe y mostrando que donde la cruz de Jesús se hace presente, brilla la esperanza de cosas nuevas.  Nuestro mayor milagro hoy debe ser creer y perseverar.

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