UNA VISION DISCIPULAR DEL TEXTO
Llegando ya al domingo XXIV del tiempo ordinario, nos encontramos en el centro del Evangelio de San Marcos en su lectura continuada en este ciclo B. No hablamos del centro solo porque hemos llegado al capítulo 8 de los 16 que posee, sino porque, como lo han mencionado muchos comentadores[1], allí converge la primera parte y arranca la segunda que es el camino hacia la pasión. El hecho ocurre en Cesarea de Filipo, una ciudad construida en honor de Cesar Augusto por Herodes Filipo, hermano de Herodes Antipas, junto a las fuentes del Jordán y a los pies del monte Hermón.
El discípulo necesita saber a quién está siguiendo
No en el pueblo, sino mientras van de camino, Jesús decide preguntar a sus discípulos que quién dice la gente que es él. Ellos inmediatamente dan respuesta mencionando a Juan el bautista, el cual recientemente había muerto e incluso el mismo Herodes pensaba que había vuelto a la vida (Mc 6,14). También mencionan a Elías, probablemente por la profecía mesiánica de Malaquías: “he aquí que invitaré al profeta Elías antes de que llegue el día grande y terrible del Señor” (3,23). Para otros era simplemente un profeta y, aunque no se equivocaban porque él mismo Jesús lo había dado a entender (Mc 6,4), no bastaba para definirlo.
A Jesús le interesaba saber si sus discípulos habían encontrado la respuesta a esta pregunta a lo largo del camino y es por esta razón que devuelve la pregunta a sus discípulos: “Pero vosotros ¿quién decís que soy yo?” (Mc 8,29), y es Pedro quien responde con rapidez y certeza: “Tu eres el Cristo”. Haciendo un rápido recorrido por los primeros ocho capítulos del evangelio de Marcos podemos descubrir que hasta el momento el termino Cristo no lo habían escuchado los discípulos aún, pues Jesús se había preocupado de proteger lo que se ha denominado el secreto mesiánico.
Si bien la introducción al evangelio nos dice que este es “el Evangelio de Jesús, el cristo, Hijo de Dios” (Mc 1,1) podemos decir que los discípulos todavía no habían escuchado este término aludiendo a Jesús. De boca de un endemoniado sabían que era “el Santo de Dios” (Mc 1,24), él mismo ya se había identificado como “el Hijo del Hombre” al mencionar que es Señor del Sábado (Mc 2, 28), y en otra ocasión el endemoniado de Gerasa lo llama “Jesús Hijo de Dios altísimo”. (Mc 5,7). Con esto queda al descubierto que lo que estaba buscando Jesús en la pregunta que redirecciona a sus discípulos no era una lección aprendida en sus memorias sino una intuición, un discernimiento o una revelación que el mismo Padre les hubiera otorgado. Jesús necesitaba saber qué imagen tenían de él, para entender que experiencia tenían en su corazón.
El discípulo es escandalizado
Se vale Jesús del diálogo que está llevando con sus discípulos para realizar su primer anuncio de la Pasión. El término Cristo que significa “el consagrado” era la versión griega del hebreo “Mesías”. Si bien Jesús acepta la respuesta de Pedro, él habla de sí mismo con el término “Hijo del Hombre” que “en un doble sentido, según los diversos textos: como hombre mortal y como Hijo Hijo que viene con gloria”[2]. De este modo el Hijo del Hombre, mortal y glorioso tendrá que padecer la muerte y el sufrimiento para alcanzar su gloria. Es por esto que Pedro lo reprenderá, pero será él quien saldrá reprendido con el título de Satanás (obstáculo, fiscal)[3]. “Pedro había hablado por amor, pero su amor era demasiado terreno y no compartía los pensamientos de Dios”[4].
Aplicación: El discípulo no puede eludir el sufrimiento
En cierta ocasión le preguntaron al fundador de Dubai Sheik Rashid sobre el futuro de su país, y él rspondió: “Mi abuelo montó en un camello, mi padre montó en camello, yo conduje un Mercedes, mi hijo un Land Rover y mi sobrino conducirá un Land Rover pero mi bisnieto tendrá que montar el camello de nuevo.” Le preguntaron qué significaba esto y dijo: “Los tiempos difíciles crean personas fuertes, las personas fuertes crean tiempos fáciles. Los tiempos fáciles crean personas débiles y las personas débiles crean tiempos difíciles”.
Este pasaje del evangelio finaliza con la invitación de Jesús a negarse a sí mismo, a cargar con la cruz y seguirlo. Hoy gracias a nuestra mentalidad contemporánea le hemos tomado miedo al dolor y hemos creído que todo aquello que nos produzca sacrificio debe de ser desechado de nuestra vida. Al igual que Pedro hemos amado con un amor terreno. Sin embargo, Jesús nos invita a tener la valentía de pasar incluso a través de nuestros malos tiempos, porque sabe que viviendo una vida verdadera en cruz podremos sacar de cada uno nuestra mejor versión, nuestra versión de eternidad.
[1] Gianfranco Ravasi. Según las Escrituras Año B. San Pablo. Gogotá, Colombia: 2005. P. 249
Hernán Cardona Ramírez. El Evangelio según San Marcos, rasgos bíblicos y teológicos. Medellín, UPB. 2014. P.100.
Sergio Briglia. Evangelio según San Marcos. Tomado de Comentario Bíblico Latinoamericano – Nuevo Testamento, bajo la dirección de Armando J. Lavoratti. Verbo Divino, Stella 2007. 437.
[2] Sergio Briglia. Evangelio según San Marcos. Tomado de Comentario Bíblico Latinoamericano – Nuevo Testamento, bajo la dirección de Armando J. Lavoratti. Verbo Divino, Stella 2007. 438.
[3] Hernán Cardona Ramírez. El Evangelio según San Marcos, rasgos bíblicos y teológicos. Medellín, UPB. 2014. P.100.
[4] Sergio Briglia. Evangelio según San Marcos. Tomado de Comentario Bíblico Latinoamericano – Nuevo Testamento, bajo la dirección de Armando J. Lavoratti. Verbo Divino, Stella 2007. 438.