Desde los albores de la historia de la Iglesia, María ha acompañado los pasos firmes, entusiastas e impetuosos de aquellos hombres, que, en un acto generoso del amor de Dios, han sido designados como sus discípulos, es decir, como sus amigos. Así mismo, nosotros que también hemos sido invitados a ser discípulos suyos; al igual que ellos, podemos evidenciar en la figura de María, la discípula por excelencia, a aquella mujer que no solo acoge la Palabra del Padre, si no que la comunica y la hace vida.
No en vano, en la tarde donde Cristo entregó su vida por nuestra redención, no reteniendo ya nada para sí, nos unió en un vínculo de amor filial con su Madre, que no será ya únicamente la “deípara” (madre de Dios) si no también Madre nuestra. De igual modo que el discípulo amado, nosotros hemos sabido acogerla en nuestra casa, lugar que desde hace casi II siglos ha formado a aquellos hombres que buscan configurarse con su Hijo, y lo hacen al mejor estilo, según su Corazón que es manso y humilde.
Esta casa, que es escuela de Evangelio, ha albergado desde hace más de un siglo la bella, dulce y venerada imagen de Nuestra Señora, que en sus brazos sostiene a su Hijo, con firmeza y cuidado; este a su vez, extiende los brazos como quien se dispone a darse, en prefiguración de su muerte en la cruz.
Sobre su origen se conoce poco, se cree que es de manufactura española o tal vez francesa, según los testimonios de algunos sacerdotes mayores. Aun así, se puede constatar en los anales históricos y archivos del seminario la llegada de la imagen a nuestro Seminario. La efigie de nuestra Señora es entronizada solemnemente el día 11 de Junio de 1908, contando con la asistencia de las autoridades civiles y religiosas de la época, tales como: el Sr. gobernador de Antioquia, el Sr. Arzobispo Manuel José Cayzedo Martínez y el Pbro. Lubín Gómez, rector del Seminario. Desde aquél entonces, la presencia de María ha acompañado de una forma especial y predilecta la historia de todos aquellos hijos que la han acogido como a su madre y, ante ella elevan fervientes suplicas, pues en su figura dulce y maternal contemplamos su ayuda desbordante puesto que, es “consoladora de los afligidos” y “refugio de los pecadores”.
El 11 de octubre de 1941, antigua solemnidad de la Maternidad Divina, la imagen adquiere la Coronación canónica, conferida por manos del Exmo. Sr. Arzobispo Tiberio de Jesús Salazar y Herrera, en la capilla del Seminario, que entonces tenía su sede en “Villanueva” cerca de la Catedral Metropolitana; y en significación de que ella sería la nueva Reina y Señora de esta casa de formación. Se deposita sobre su cabeza una corona de plata bellamente tallada, con la inscripción griega: “THEOTOKOS”, que quiere decir: Madre de Dios, título que fue definido dogmáticamente en el concilio de Éfeso en el 431 d.C. De igual forma, la imagen del Divino infante también es coronada y posteriormente, en el patio de los seminaristas menores se colocaron sobre los pies del Príncipe de la paz unas hermosas sandalias confeccionadas en plata, y para tal ocasión se componen unas bellas líneas poéticas que fueron recitadas en su momento por el subdiácono Fabio Restrepo y que, todavía hoy podemos apreciar, pues están consignadas en el anuario de aquel año.
Finalmente, con motivo de aquella celebración especial para nuestro seminario, se realizó una solemne procesión desde el Claustro de Villanueva hasta la Catedral Metropolitana, donde se le rendió debido culto, dicha ceremonia fue presidida por el rector del seminario, su equipo de formadores, entre ellos el muy ilustre hijo de esta casa: Jesús Antonio Gómez, cuya causa de canonización se encuentra vigente; contando de igual forma con el resto de seminaristas, como también con la presencia de diferentes comunidades religiosas y fieles laicos.
La imagen de Nuestra Señora ha tenido varias intervenciones artísticas a lo largo de su historia, en 1947 bajo la rectoría de Mons. Alfonso Uribe Jaramillo, el maestro José Luis Zapata Sánchez restauró la originalidad de su policromía pues, pudo evidenciar que la imagen había sufrido una serie de repintes que habían desdibujado su originalidad. En 1992 el Sr. Alberto Restrepo realizó una nueva intervención, encomendada por el Pbro. Luis Gaviria rector del Seminario en su momento, y a su vez se elaboró una clásica repisa en la capilla Mayor, donde actualmente reposa y, en la cual fue de nuevo solemnemente entronizada.
Ella, como modelo de todo discípulo, y guía de pastores, sigue acompañando todo nuestro devenir histórico, sigue escuchando con amor las oraciones de sus hijos que, en aceptación del regalo de su Hijo amado, la hemos acogido y hospedado en Nuestra Casa.
“¡Oh Virgen del Seminario! Por las súplicas y lágrimas de tus sacerdotes que a tus plantas aprendieron santidad, danos clero santo y haz del Seminario el hogar de tu culto y de tu amor”. (antigua jaculatoria a la Virgen del seminario).